Aprendiz de jedi el resurgir de la fuerza by Dave Wolverton

Aprendiz de jedi el resurgir de la fuerza by Dave Wolverton

autor:Dave Wolverton [Wolverton, Dave]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: - Divers
publicado: 2001-04-30T22:00:00+00:00


Capítulo 13

Qui-Gon corrió hacia el puente, descendiendo por los pasillos principales. Obi-Wan, Si Treemba y Clat'Ha le seguían corriendo a toda velocidad. Por toda la nave, los arconas gemían aterrorizados, lanzando ese extraño siseo que emitían los de su especie. Se escondían en sus habitaciones y las cerraban con llave.

A través de las aberturas que había debajo del suelo, Qui-Gon podía oír el rechinar de los generadores al montar los escudos deflectores de la nave. Mientras tanto, el ruido provocado por el impacto de los disparos de las pistolas láser continuaba resonando.

El Maestro Jedi creyó saber lo que pasaba. A veces, los piratas minaban las rutas de las naves. Cuando alguna chocaba contra una mina, se perdía la hipervelocidad y la nave podía ser enviada fuera del hiperespacio.

Después, los piratas empezaban a disparar para destrozar las armas y los motores, tan rápidamente, que los viajeros desprevenidos rara vez tenían tiempo de reaccionar.

Luego, los piratas mandaban a miembros de su tripulación para saquear todo lo que pudieran de sus víctimas.

Un transportador de mineros como la Monument no llevaba mucho que mereciese ser robado, pero los piratas no lo sabían, al menos hasta que hubieran volado la nave en pedazos y empezaran a rebuscar entre los escombros.

El suelo retumbó como consecuencia del impacto de otro disparo. Cuando la nave volcó hacia un lado. Qui-Gon rodó hasta una esquina. Frente a él había una ventana a través de la cual se podían ver cinco naves de guerra togorianas todas con la forma de un ave de presa roja. Dos de ellas pasaron zumbando cerca de la ventana. Desde las naves de guerra surgieron disparos láser de color verde dirigidos contra la Monument. El metal chirrió a modo de protesta. Los pasillos se llenaron de humo espeso.

Las armas de la Monument quedaron en silencio. Ahora, Qui-Gon podía ver por qué, las torretas de los cañones láser habían sido voladas. Trozos de escombros ardiendo lucían como estrellas brillantes justo en el sitio en el que antes estaban las torretas.

La Monument flotaba a la deriva en el espacio. Aunque habían sonado las alarmas de incendio, nadie en el puente de mando daba órdenes. Ahora, un crucero togoriano se dirigía a gran velocidad hacia la nave.

Qui-Gon permanecía de pie, mirando impotente al crucero que se aproximaba. Había momentos en los que deseaba no estar solo, no haber perdido a su último padawan, Xánatos.

—Obi-Wan —llamó Qui-Gon.

Aunque no tenía una confianza total en el chico, no tenía otra alternativa. Necesitaban algún plan, y todos debían trabajar juntos si querían sobrevivir.

—Los piratas se están preparando para el abordaje —dijo secamente—. Intentaré detenerlos. Vete al puente de mando y comprueba que la tripulación está viva. Si no es así, quiero que pilotes la nave fuera de esta zona.

Qui-Gon miró fija y seriamente al chico. Sabía que pedía mucho de él. Como estudiante Jedi, Obi-Wan habría conducido algunas naves en pruebas de simulación y, probablemente, como casi todos los demás alumnos, también habría llevado algunos coches nube de doble baina alrededor de Coruscant.



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